A veces viene la tristeza
y se instala como una invitada
incómoda en mi casa.
Unas veces en el momento
menos oportuno, otras
cuando casi la esperaba.
Viene a molestar mis deberes en silencio,
poniendo su cabeza en mi hombro,
haciéndome casi cosquillas en las orejas.
Procuro no hacerle ningún caso,
pero es en vano.
Cuando quiero hablar con ella ya se ha ido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario