(me pido perdón a menudo)
Mi cabeza ha permanecido a remojo mucho tiempo,
absorta en ilusiones muy numerosas
pero no creo que inalcanzables.
He evitado conflictos ajenos y he provocado cataclismos propios.
He procurado no mentir demasiado y
hacerme el tonto más de lo necesario.
He sido un cobarde temerario,
un hedonista moderado,
un niño vago y tontoo.
Aunque he llorado mucho
me he reído mucho más
(aunque a veces fuera por no llorar)
He amputado sueños propios y ajenos
sin apenas darme cuenta.
He deseado a la mujer del prójimo
muchísimo menos que a la propia.
He conocido el placer inmenso
y el dolor más íntimo.
Ahora sé que éste último es más duradero.
He dicho pocas veces “te quiero”
y demasiados “lo siento”.
Hoy no hay sueño ni ilusión
ni espanto pero, por fortuna, sigo amando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario