ojos tristes

(Tengo que advertir que esta carta fue escrita en un restaurante de Astudillo, en Palencia, mientras comía con la grata compañía de Alberto Rotundo, y se la dimos a la camarera, una muchacha rubia y muy agradable, que nos sonrió.)


La muchacha de ojos tristes

y labios de terciopelo

camina con paso leve

entre patatas y huevos.

La muchacha de ojos claros,

la del cabello triguero,

va y viene, viene y va

entre platos de cordero.

La muchacha de ojos claros

Tiene las manos ligeras:

Marcha ahora con diez platos,

Viene ya con ocho peras.

La muchacha de ojos tristes

y labios de terciopelo

merece más que esta carta,

por su trato vale ¡un cielo!

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