Porque mis ojos ven como ven,
así digo lo que digo.
Que nadie me diga que
las sirenas no dejan huellas
por los mares de trigo.
Porque he visto tractores levar anclas,
arrastrando palangres que atrapaban golondrinas.
Y por la noche,
con sus fanales, alumbraban senderos
y bancos de amapolas dormidas.
Que nadie me diga que
no hay mares en castilla.
Porque he visto marejadas de centeno
romper contra las cárcavas,
olas enormes lamiendo los páramos,
he visto caracoles enterrados en calizas,
puertos vacíos, islas de adobe
y tesoros enterraos en la memoria.
Tormentas de polvo,
balleneros cosechando las cebadas.
Que nadie me diga que
en el mar no hay espigas.
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