5 de Noviembre

5 de Noviembre.
Ni al cielo ni al infierno: al sombrajo.
Te recuerdo hoy con cariño y una pincelada de tristeza.
Intento desterrar de mi cabeza el último "hastaluego" que nos dimos a
fuerza de reencontrar los muchos momentos buenos. Los paseos por el
camino de la Antigua, los almuerzos con vino, bacalao salado y pan en
el sombrajo de la bodega; las cenas con olor a humo y el crepitar de
los mañizos en el fuego; hasta aquel bofetón que me diste, sin soltar
media palabra, cuando yo salía montado en mi bici por aquel pasillo
donde estaba prohibido montar en bici. Me hubiera gustado aprender más
de ti, entenderte algo mejor en vez de imaginarlo todo. Hubiese
querido no escucharte la última tarde, mientras nos abrazamos mamá y
yo, porque me duele recordarte consumido, apenas un viejín encorvado,
una ramita de negrillo sin hojas ya, casi sin voz, intentando soltar
las amarras de la cama del hospital.
Hoy quiero que sepas que tu recuerdo me acompaña dulce cuando corto
una hogaza de pan con la navaja, cuando huelo a madera serrada o
cuando miro una viña.
Te has convertido en virutas de cepillo, en vino ácido y amable, en
bicicletas viejas de cartero militar y en paquete de rex.
Felicidades, abuelo, hoy era tu cumpleaños.
Te quiero. Si nos volvemos a ver, que sea en Rota.

No hay comentarios:

Publicar un comentario