Enmedio de esta aparente serenidad,
muy cerca de la superficie, existen arrecifes de duda.
Con las mareas bajas el casco de mi nave
hace sonar los escollos.
Son momentos extraños,
como de niebla en la memoria.
En esos instantes, cuando el calado es justo
y pongo a prueba mis cuadernas
se escuchan cantos de sirena que distraen
el rumbo deseado.
La cubierta se llena de metáforas
y el corazón se encoje silencioso.
Corazón, no respires,
guarda silencio, por favor.
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