Ayer dormí con tu pijama: a falta de ti, bueno es algo tuyo.
Y te busqué, no creas, por toda tu casa y la mía.
Abrí el frigorífico, eternamente medio lleno, y te
busqué debajo de los sanjacobos pálidos.
Entre el pavo y el chóped, entre la carne de hoy y el pan para mañana…
¡…y no estabas!
Me puse a fregar y a barrer, busqué por los rinconcitos trocitos de ti,
migas de tu mirada…
por debajo de la cama, de las alfombras, pelusas de tu risa, …¡y nada!
En el ordenador te busqué, en el baño, por los espejos de casa,
en la habitación, en el desván, por la entrada… nada.
Pensé en ponerme tus gafas, tu chándal, tus bragas…
Cuando me puse a dormir, estando ya cerca el alba,
tropecé con tu pijama y entré por él despacito, como cuando me meto en la cama y tú ya estás dormida, como si temiera despertar al espacio vacío que habías dejado el domingo. Al fin y al cabo era lo más parecido a estar contigo esa noche.
Por eso usé tu pijama.
Bueno, nos usamos los dos. Él me arropó y yo le abrazaba.
Y así pasamos la madrugada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario