adiós.

Un día me preguntó cuándo era mucho, cuánto era un principio…

En verdad no pude responderle así, sin más, sin poesía.

Hoy, esta noche de miércoles llena de contradicciones y de lucha a las dos de la mañana le escribo una carta a la vez desesperada y serena. A la vez triste y esperanzada..

Estoy a punto de decidir cuándo es un final.

Tiemblo denodadamente. Mi cabeza quiere convencerme de que es por el frío. Pero el corazón no puede ser engañado… Aaaaay!

Qué ganas de gritar,

Qué ganas de llorar,

Qué ganas de decidir sin más contemplaciones…

sin miedo a errar…

sin miedo.

Nombrar la madeja me produce escalofríos.

Imaginar alguna lágrima en sus ojos… ¿si todo terminara aquí, ahora mismo…cómo podré volver a vivir mañana? ¿si todo empezara aquí, ahora, cómo podré mirar atrás?

No es sencillo articular todas las ideas que se agolpan en mi cabeza, en mi corazón lleno-llenísimo de todas las cosas…

No me da miedo sufrir… pero me aterra la idea de haber sentido tanto. Quizá sea esta renuncia la que más me ha de doler ahora…

Me cuesta seguir escribiendo. Quiero negarme. Si termino esta carta, sé que la decisión estará ya tomada. Fumo sin parar y tiemblo ya sin remilgos.

Estoy disparado, a punto de reventar, lleno de ira, enfadado y tristísimo por la posibilidad de perder casi todo lo que hay ahora… de alguna preciosa manera.. Por otro lado me siento feliz, tremendamente feliz de haber vivido lo que he vivido. De haber encontrado un filón de incalculable valor en sus manos. Me siento honrado por todos tus regalos, sus tés fantásticos y su incienso, por sus ratos a oscuras leyendo mis cartas, por sus besos apasionados y sus abrazos tranquilos, por sus manos iluminadas y su sentir sereno y ávido de belleza.

Le agradezco sus palabras y sus silencios a partes iguales.

No encuentro la combinación perfecta de palabras que describa rigurosamente lo que estoy sintiendo ahora. Es una pena, una profunda lástima que me quede con la sensación incómoda de no saber si entendió lo que traté de mostrarle… Todo lo que he sentido, todo lo que la “razón” me niega sentir ahora …

Toda la pasión y la belleza de sus ojos, todas las palabras que se nos quedaron en el tintero… Todo el mar que se abría enfurecido ante nosotros… Toda la música que existió por y para nosotros… todas las tardes contigo… todas las noches sin ti… y un par de desayunos con napolitana a medias… La sincronía perfecta de emociones que hace inútiles todas las palabras y todas las explicaciones… Todas las letras que nunca saldrán de mis pinceles… todos los gestos escondidos entre la maraña de amigos… La ansiedad desatada por las escaleras de su casa, la sensación de haberme entregado en cuerpo y alma a su cristalino deseo, y de haber recibido a cambio todo lo suyo, todo, todo…Nos desnudamos por entero. Y hemos dormido poco y agitados… Son las tres. Escucho música que me lleva a su casa, a sus brazos… No importa cual es el título ni qué quieren decir las notas.

Me esfuerzo por llorar en silencio cuando lo que me apetece es llorar desconsolado. Me duele el pecho un poco de sentir tanto. Por lo menos me voy a dar licencia para decir sereno que lo que siento es amor. Un amor amplio y sin escapatoria, un amor que me resulta nuevo, sorprendente y hermoso. Un sentimiento profundo y sin ninguna duda. Pero un amor que está encerrado, amordazado y con esposas en las manos... Un amor que quizás no pueda ser ahora, que no será nunca, una emoción por la que he tenido la sensación sincera de poder dejarlo todo en un instante.

Por eso me siento infinitamente cobarde y libre.

Adiós a la madeja, adiós a la fantasía.

Gracias por haberme querido como me quieres …

…adiós a la belleza.

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